Académicas y algo más

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Por Mabel Bellucci*

La historia cuenta que las primeras manifestaciones en torno a los Estudios de la Mujer coincidieron con los cambios ocurridos a fines de la década 1970, cuando se pergeñaba el desenlace de la dictadura militar y el feminismo comenzaba a retomar un cauce en la sociedad argentina. Así sin más argumentos, en nuestro país se anunciaron acontecimientos que allanaron el camino para más tarde celebrar el recorrido de lo que fueron los Estudios de la Mujer. Tal fue el caso del “Centro de Estudios de Estado y Sociedad” (CEDES), creado en 1975[1]. Elizabeth Jelin conformó junto con un grupo de académicos e intelectuales este centro privado, sin fines de lucro, que les permitió mantener un espacio de investigación y debate crítico durante el terrorismo de estado. De esta manera, el CEDES llevó adelante diversos estudios y congresos académicos de ciencias sociales y humanidades, alrededor de la problemática de la mujer. En esa dirección, el primer encuentro de investigadoras/es sobre dicha cuestión realizado en Buenos Aires fue en marzo de 1974, bajo el título “Perspectivas femeninas en la investigación social en América Latina.”[2] Al respecto, Jelin recuerda “las antropólogas feministas Hellen Safa y June Nash fueron las promotoras para su ejecución, mientras era patrocinado por el Social Science Research Council y el paradigmático Instituto Di Tella se convirtió en su sede.”[3] Otro caso de significativo alcance en torno a dicha cuestión fue El Centro de Estudios de Población (CENEP)[4]. De acuerdo a la opinión de Dora Barrancos: “Hacia 1977 en el CENEP se abrieron algunas investigaciones que focalizaban la invisibilidad de las mujeres en el trabajo productivo y su participación económica en diferentes momentos históricos y también las ideas dominantes acerca de la condición femenina. Catalina H. Wainerman, Zulma Recchini de Lattes, Ruth Sautu y Marysa Navarro abrieron un cauce a las reflexiones en las ciencias sociales que permitieron cambiar las formas de obtención de los datos censales sobre el trabajo femenino.”[5]

Lo primordial en la década del setenta era el descubrimiento de la existencia de algo que se llamó “la condición de la mujer”; el hecho de que comprobaran su inferioridad social selló la década. Las grandes discusiones en la academia en nuestro continente pasaban por la discriminación, la desigualdad entre los sexos, la familia, el control de la fecundidad, la división sexual del trabajo, el trabajo doméstico, rural, por cuenta propia y extra-doméstico, entre otros tantos. También salud, educación, nutrición, seguridad social vinculada al embarazo, maternidad y crianza del niño. Por último, revisión del ordenamiento jurídico y su debida ejecución, sin olvidar la igualdad de derechos y oportunidades. Desde ya que el análisis de la participación femenina en la fuerza laboral remunerada constituía una línea clásica de investigación con un precedente asentado en los estudios de cuño marxista en torno a los cambios en las relaciones de fuerza entre capital y trabajo, a partir de la reestructuración del capitalismo que se presentó a mitad de los años setenta. Ese enfoque teórico ofrecía el intento de salir de la mera denuncia para interpretar desde las ciencias sociales el fenómeno de la opresión de las mujeres. Más que nada era hacer visible lo invisible. Básicamente, los impactos prolongados y acumulados de las crisis económicas que atravesaron los países latinoamericanos y del Caribe en esa determinada coyuntura provocaron una mayor presencia femenina tanto en los ámbitos públicos como privados, presencia que se constituyó en una profunda crítica hacia los modelos de desarrollo seguidos hasta esa etapa. “La cuestión de la desigualdad de la inmensa mayoría de la población femenina latinoamericana está estrechamente vinculada al subdesarrollo, el cual existe no sólo debido a estructuras internas sino en función de un sistema capitalista mundial profundamente injusto. Si bien se deben efectuar las transformaciones sociales y económicas a fin de que éstas sean capaces de integrar la importancia que la mujer tiene en los procesos del desarrollo integral solamente se logra al tener en cuenta la discriminación arbitraria y negativa expresadas a nivel ideológico y práctico sin garantías de lograr un destino común, justo y solidario”.[6]

En tanto, María del Carmen Feijoó proponía que “la primera legitimidad del tema provino en buena medida del aval que le otorgaban investigadoras/es que, con una sólida posición académica en el contexto de las ciencias sociales, legitimaron ese viraje en términos de objeto de estudio.”[7] Esta autora considera también que hubo condicionantes propios del medio político como la aparente quietud que la dictadura prestaba, la atención a problemas relacionados con la vida cotidiana, la posibilidad de explorar nuevas metodologías en esa situación de relativo aislamiento. Para ella, ése fue el contexto donde se ubicó el nacimiento de la investigación científica, sistemática y moderna sobre la mujer.

Era sabido que el corpus teórico afluía con bríos desde el Norte y, de alguna manera, fijaba la agenda casi en su totalidad. De todos modos, las académicas latinoamericanas y del Caribe plantaron discusiones sin reservas en cuanto a quién estudiaba a quién y cuáles eran los resultados que había que obtener. Instalada la democracia en Argentina,  un cierto grupo de feministas se abrieron a la investigación tal como se estaban llevando a cabo en los centros regionales: Chile, Costa Rica, Perú, Brasil, Colombia, Ecuador, México, Paraguay, Uruguay y Venezuela.

En tiempos de la post-dictadura, se hablaba más del control de la sexualidad y del cuerpo que del aborto. Había una razón: al partir desde una visión demográfica, en los aspectos de fecundidad y mortalidad, se enfocaba más la mirada alrededor de los temas vinculados a población, fertilidad y planificación familiar. Aún, el debate en torno a la ilegalidad del aborto no era contemplado como un campo de estudio específico y solamente se lo nombraba cuando eran analizados los comportamientos reproductivos de las mujeres.

Ubicación de la mujer en la sociedad actual

Entre el 5 de Junio al 14 de Agosto de 1979, luego que Lic. Gloria Bonder tomara contacto con autoridades del Instituto Goethe, de Buenos Aires, dirigido por el Dr. Wiihelm Siegler, se efectuó el Primer Seminario Interdisciplinario “Ubicación de la mujer en la sociedad actual”, en la sede de este prestigioso organismo alemán. Su organización estuvo a cargo de Bonder, junto con el apoyo de cuatro profesionales más, mientras que la institución solo se comprometió a brindar las instalaciones. En cuanto a las invitaciones, se hacían de manera personal con tarjetas que se enviaban por correo postal. Al menos, hasta que la historia no muestre lo contrario, representó un espacio inaugural en nuestro país sobre la cuestión de la mujer abierto a un público no del todo especializado y por fuera de la esfera académica. Incluía la presentación de trabajos y la discusión de los mismos. Los objetivos propuestos giraban en torno al intercambio de información y discusión interdisciplinaria. Además, se proponían elaborar modelos teóricos  que proviniesen de una multiplicidad de voces y miradas sobre la temática específica. Por supuesto, se barajaban beneficios potenciales. Por un lado, se intentaba difundir información en medios científicos (sea instituciones como publicaciones). Por el otro, constituir grupos de trabajo interdisciplinario para futuras investigaciones, análisis, recolección de datos y sondeos. Las temáticas comprendidas eran las previsibles teniendo en cuenta la coyuntura histórica aunque a simple vista, propuestas no faltaban: Condiciones de vida, Legislación, Educación, Salud, Familia, Trabajo y Medios de Comunicación. Allí, se presentaron ponencias de investigadoras/es y profesionales tanto nacionales como extranjeros a fines de plantar cara en relación con la producción de los “estudios de la mujer”; corriente que a esa fecha estaba sumamente arraigada en las universidades estadounidenses. Según Ana María Fernández: “Bonder realizó una amplia invitación a gente que manifestaba inquietudes vinculadas con un feminismo naciente. No dejó a nadie afuera. Los temas cruzaban de una punta a la otra. Aún eran momentos complicados, el terror no cesaba. Recuerdo que fue Mirta Videla quien me pasó su entrada. Y allí conozco a la crème de la crème de las académicas vinculadas al estudio de la identidad femenina, antiguamente así se lo denominaba.”[8]También está al testimonio de Silvina Ramos: “Mi recorrido con el feminismo tuvo idas y vueltas. A muchas de ellas las conocí de haber asistido al Seminario en el Instituto Goethe. Allí presenté una ponencia donde hacía foco en la maternidad de sectores populares y más tarde comencé a tomar el tema del aborto como punto neurálgico de mi investigación.”[9]

Pese a que a este acontecimiento se lo recuerda como un hito, una puesta inicial potente, no hay papeles guardados en ningún cofre que se sepa hasta el momento. De aquí que no se encontraron referencias más precisas sobre eso suceso realizado con un esfuerzo emocional abrumador. Cabe preguntarse las razones que llevaron a elegir dicho lugar para la convención; si se contó con avales internacionales tanto de figuras destacadas como de universidades para garantizar su desarrollo e impedir la intervención militar. Asimismo, esta alternativa contribuyó también a enfrentar la cultura autoritaria imperante no sólo en nuestro país sino en nuestro continente. Si se vuelve la mirada a la acción subterránea de nuestras antecesoras, se encuentran casos donde seguían escribiendo en periódicos o revistas de tirada comercial, reuniéndose en casas particulares, sin desconocer la producción de ediciones particulares. Entonces no es que no hubo gestas sino en tal caso se perdieron las huellas, incluso, para las propias protagonistas. Los datos que existen en la actualidad se transmitieron de boca en boca, sobre todo mediante el testimonio y recuerdo de las involucradas. Por instantes, permanece confusa y difícil de chequear la información recogida. Lamentablemente, poco lugar quedó para la reconstrucción de lo acontecido mientras un reto perdura como un compromiso: erigir genealogías, linajes, guías para lo inmediato del feminismo. No obstante, no todo fue oscuridad: la tesonera labor de archivos y registros sobre los hechos en los inicios del movimiento académico feminista cumplió un papel destacado, algo parecido a un cuenco de la historia del feminismo local. Por ejemplo, gracias a los datos aportados por la Cepal, en 1979, fue posible rastrear en una lista bibliográfica de producciones latinoamericanas y del Caribe los trabajos que se presentaron para dicho evento [10]. A decir verdad, no son muchos. De todos modos, sirven para tener una idea aproximada sobre los campos de inclinación por parte de sus participantes:

BIRGIN, H.B.; RODEIRO, L. Mujer obrera, su participación política: punto de partida de la nueva mujer. Comisión Argentina de Solidaridad en el Exilio, 1977. Trabajo presentado al Simposio Mexicano Centroamericano de Investigación sobre la Mujer, 1°. México, 7-9 Noviembre de 1977.

DEERE, Carmen Diana. La división por sexo del trabajo agrícola; un estudio PS de la sierra norte del Perú. En: Estudios de Población, vol. 2, N° 9, Septiembre 1977- Trabajo presentado al Taller “Participación de la Mujer en el Proceso de Desarrollo”. Lima 23 de Octubre – 16 de Diciembre de 1978.

DEERE, Carmen Diana; LEÓN DE LEAL, Magdalena. La mujer rural y el desarrollo del capitalismo en el agro colombiano.

EPSTEIN, Diana Lía; MERCADES, Gloria di Paola de. Los cambios en el rol y status de la mujer y su incidencia en el comportamiento demográfico de la fecundidad. Área: Capital  Federal y Gran Buenos Aires.

FERNÁNDEZ, Ana María; SIKOS, Graciela. La fobia al placer femenino. (¡Qué grosa Graciela!!!)

FIORA, Cornelia Butier. La mujer pasiva y el cambio social: una comparación transcultural de la literatura de las revistas femeninas.

GROSMAN, Cecilia.  Mujer y familia: la relación de pareja en la instancia jurídica.

LOUSTAU, Roberto J. Evolución histórica del papel de la mujer.

MELER, Irene. Ansiedades suscitadas por el cambio de rol en la mujer actual.

NEWBERY, Sara Josefina. Algunos tabúes de la mujer indígena argentina. América Indígena, vol. 35, N° 3, Julio-Septiembre, 1975

PRAVAZ, Susana. Tres estilos de ser mujer.

RECCHINI DE LATTES, Zulma; WAINERMAN, Catalina H. Empleo femenino y desarrollo económico: algunas evidencias: Buenos Aires, Centro de Estudios de la Población (CENEP)

SCHMUKLER, Beatriz. Rol doméstico versus actividad remunerada femenina.

VILA, Cristina. La violencia doméstica y familiar.

Por supuesto, que habrá más en el camino, la cuestión es empezar a tirar del hilo. Seguro, aparecerán señales que nos guíen a la búsquedas de voces y caras al despejar el lodo del terror que todo lo tapa. Está en la voluntad y en el compromiso que se tenga en rastrear esas marcas y pisadas.

Ahora bien, Elizabeth Jelin al rebobinar deja entrever que eventos de este tenor no faltaron durante los setentas tanto acá como en la región. Se podría decir que había un feminismo en curso. En cambio, lo que sí importa recalcar es que los mismos estaban orientados a un ámbito cerrado, en el que dialogaban solamente académicos y especialistas. Por el contrario, este seminario “Ubicación de la mujer en la sociedad actual” apuntaba a otro objetivo. Su cometido fue que se encontraran aquellas que provenían del feminismo previo a la dictadura militar junto con caras desconocidas que luego armarían sus trayectorias tanto académicas como activistas recién con los inicios de la democracia. En verdad, tal convocatoria fue una apuesta política para traficar saberes, experiencias y recorridos y de una proyección a futuro de largo aliento que produjo sus frutos en un corto plazo. En efecto, un grueso importante que allí se encontró tuvo un ejercicio y en particular un interés feminista por avanzar en el proceso de organización del movimiento.

Más que nada en este renacer pleno de tensiones, resurgieron con la vehemencia propia de un sismo, nuevas puntas para constituir agrupaciones feministas decididas a intervenir políticamente más adelante. De verdad, organizar una actividad con tal disposición aún cuando la dictadura no había abandonado el poder significó un gesto de osadía y resistencia por parte de un puñado de feministas que recién asomaba a la intemperie con cierto altruismo.  ¡Vaya hazaña!

* Activista feminista cuir. Integrante del Grupo de Estudios sobre Sexualidades (GES) en el Gino Germani-UBA. Integrante de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito. Autora Historia de una desobediencia. Aborto y Feminismo. Capital Intelectual. Buenos Aires, 2014. Agradezco a Malena Costa por su atenta lectura.

[1] El Programa sobre Integración de la Mujer al Desarrollo Económico y Social en América Latina llevado a cabo por la Comisión Económica para América Latina (Cepal) recopiló la mayor información sobre el tema para proporcionarla de manera sistematizada a fin de coordinar y racionalizar los esfuerzos y recursos tanto humanos como financieros  a nivel nacional e internacional. Una primera investigación dio como resultado una publicación Integración de la mujer en el desarrollo de América Latina, Santiago de Chile,  marzo 1979. Era un inventario del amplio espectro de proyectos en curso como también de la cantidad de instituciones existentes en los países de la región latinoamericana. Si nos atenemos a este documento, encontraremos un listado exhaustivo de las distintas instituciones privadas y públicas que funcionaban en Buenos Aires y en Córdoba. No todas ellas estaban  abocadas a investigaciones sobre la situación de la mujer  pero igual se desprende una rica información en torno a los  aspectos jurídicos, sociales, económicos, políticos, educacionales y culturales de dicha población. http://archivo.cepal.org/pdfs/1979/S7900032.pdf

[2] Entrevista realizada por la autora en 2013.

[3] En 1975, se editaron dos libros que recopilaban gran parte de los trabajos presentados. El tomo I y II fueron publicados por la Secretaría de Educación Pública de México; Extensión cultural de SEP-SETENTAS, bajo el sello editorial de Diana.

Entre 1978 y 1979, las primeras colecciones de Estudios del CEDES, tanto de Elizabeth Jelin como de María del Carmen Feijoó, giraban alrededor de las cuestiones vinculadas con las relaciones de parentesco, la ayuda mutua de los sectores populares urbanos en América Latina y el Caribe, las unidades domésticas, entre otros tantos. En cuanto a Jelin, durante 1978, lanzó su primera publicación: Mujer y mercado de trabajo urbano, editada por el CEDES. Al año siguiente, el Subgrupo sobre Participación femenina en el mercado de trabajo perteneciente al grupo “Ocupación-Desocupación” de CLACSO, coordinado por Zulma Recchino de Lattes, desarrollaron en Buenos Aires un congreso sobre “Participación Femenina y Familia”. Intervinieron Celia Barbato de Silva, Celia Recher, Susana Prates y Silvia LLomovate Uuruguay, Martina Rodrígues, Sao Pablo, Magdalena León Leal, Bogotá, Brígida García y Lourdes Arizpe, México, Elizabeth Jelin y Catalina Wainerman, Argentina.

[4]Si bien se fundó como institución en 1974, sus orígenes académicos se remontaron a 1966, cuando emergió dentro del Instituto Torcuato Di Tella el Programa Población y Sociedad. Al cerrarse el Di Tella llevó a los miembros de ese Programa a crear un centro independiente, invitando para ello a otros investigadores y ampliando el marco y los objetivos de su trabajo. Así en 1974 el CENEP inició sus actividades, asociado al Departamento de Sociología de la Fundación Bariloche, la cual contribuyó a su afianzamiento.

[5] Barrancos, Dora. Mujeres en la Sociedad Argentina: Una historia de cinco siglos. Buenos Aires. Sudamericana. 2007. p.214.

[6] Cepal. Mujeres en América Latina. Aportes para una discusión. Fondo de Cultura Económica. México. 1975.p. 152.

[7]Feijoó, María del Carmen. “Experiencias de las mujeres en el campo académico: una forma de hacer política”. Participación política de la mujer en el cono sur. Conferencia Internacional. Tomo I. Buenos Aires. Fundación F. Naumann. 1987.p.192.

[8] Entrevista realizada por la autora el 10 de octubre de 2013.

[9] Ïbidem.

[10] http://archivo.cepal.org/pdfs/1979/S7900050.pdf http://archivo.cepal.org/pdfs/1979/S7900032.pdf

Foto: Florencia di Tullio

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