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      El Gobierno, entre los buitres y la recesión

      Redacción Clarín

      Argentina ya negocia con los buitres. Ayer, por un lado, Axel Kicillof se vio cara a cara con ellos en la oficina del mediador Daniel Polllack. Por otro lado, una iniciativa privada cobró fuerza a lo largo de la tarde. En una oficina del microcentro se reunieron los dueños de los principales bancos argentinos privados. En otra, Jorge Brito. El presidente del Banco Macro y la Asociación de Bancos Argentinos transmitió ayer una idea a sus pares: reunir US$ 200 millones y así convencer al fondo Elliot de solicitar al juez Thomas Griesa de reinstalar la cautelar que suspenda su fallo.

      Brito tenía a su lado un teléfono que lo comunicaba con Paul Singer. NML está al tanto de esta garantía.

      El acuerdo responde a una suerte de modelo mixto “CIADI-Repsol”: los bancos comprarían títulos argentinos en default hoy en manos de los buitres. Pero en enero de 2015, una vez que expire la cláusula RUFO temida por los funcionarios argentinos, recibirían Bonar 24.

      Según participantes del encuentro, el Banco Central habilitará los dólares a los bancos para la transacción. Y otorgaría un waiver a las entidades por su mayor exposición con títulos públicos. Ayer el Banco Central se desligó de cualquier responsabilidad. “No ha tomado conocimiento ni ha participado de ninguna de las propuestas que se consignan en los medios de comunicación”, comunicó ayer.

      La movida de los bancos sólo luce como un acuerdo entre privados. Aún no definieron montos -también se habló de US$ 250 millones y hasta US$ 1.000 millones-.

      Así entonces Singer apareció ayer en los radares de Kicillof. Y también de los bancos. ¿Por qué NML estaría ahora a favor de alguna propuesta si tiene sentencia por US$ 1.600 millones? “Singer tenía una sola bala y se la gastó”, dice el abogado Marco Schnabl, del estudio Skadden: el default no es una opción para los buitres.

      La economía se deterioró desde que Griesa falló contra la Argentina en febrero de 2012-tres meses después de que Cristina ganó con el 54%-. Ayer, el economista y director ejecutivo de Elypsis, Eduardo Levy Yeyati, aclaró que “en caso de default, la falta de acceso a los dólares financieros que se esperaban tras el acuerdo con el Club de París, combinado con el deterioro de la cuenta corriente, llevaría a una caída de reservas brutas, que estimamos cerrarían el año por debajo de los US$ 24.000 millones”. Según la consultora, el saldo comercial de este año será US$ 7.000 millones.

      El economista y el diputado del PRO, Federico Sturzenegger, aventura que los argentinos hablarán más de economía en la segunda mitad del año que en la primera. La agenda económica prevaleció en el primer semestre: devaluación en enero, rechazo de la Corte Suprema de Justicia de EE.UU. de tomar el caso argentino en junio.

      Más allá del desenlace de la saga buitre, la economía definirá la suerte del bolsillo de los argentinos en los próximos meses. Pero también la de Cristina y la de su ministro de Economía, Axel Kicillof. Martín Rapetti, un economista del CEDES, señala que una de las pocas vías (sino la única) que Kicillof tiene al alcance de la mano para reactivar la economía será abaratar el precio del dólar respecto de la inflación, o sea, del resto de los precios. Para ello será fundamental conseguir dólares en el exterior. “El sector financiero hace dinero con el dólar barato”, explica Rapetti. “Y al populismo le conviene el tipo de cambio apreciado”. O sea, más bancos para salvarse de los buitres. Y reactivar una economía en recesión.


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